Una revisión del libro: Este es el APRA, ¿Qué les parece?

Una revisión del libro: Este es el APRA, ¿Qué les parece?

  • Por: Diego Alonso Salazar Morales
  • MSc Public Policy and Administration
  • The London School of Economics and Political Science
  • Investigador Asociado del Instituto de Estudios Políticos Andinos

El libro de Moisés Rojas, “Este es el APRA” ¿Qué les parece?”, es una de las obras que –estoy convencido– están destinadas a convertirse en uno de los clásicos de Ciencias Sociales peruanas. El texto muestra la posibilidad de observar el APRA en sus rutinas diarias. A través de la lectura del libro, he caminado por las instalaciones deportivas de la Casa del Pueblo, escuché militantes defender el partido de las acusaciones de corrupción, así como percibí su compromiso y defensa partidaria. También he sido testigo de los intentos de transformación interna aprista y cómo se procesan normas partidarias diariamente del que, se puede decir, es el partido mejor estructurado del Perú.

El texto explora, siguiendo a Latour[1], los elementos humanos y no humanos (sic) que constituyen al APRA. Es decir, Moisés construye la relación donde los objetos encuentran sus significados en un contexto partidario, explica cómo la mística aprista se resume en palabras, las palabras en rituales institucionalizados y, estos a su vez, en un partido político.

Muy pocas veces he sido testigo de la relación sujeto-objeto y cómo esto define lo que somos. Los objetos que usamos y vemos alrededor nuestro son parte constituyente de nuestra existencia: se mueven, tienen vida y utilidad. En un aula, tanto paredes, micrófonos, pizarras y carpetas, tienen una significancia social, un propósito ¿Cuáles son esos objetos que rodean los rituales partidarios y propósitos partidarios? ¿Por qué significan lo que representan? El libro de Moisés Rojas nos informa de este trasfondo. Su texto, explica, por ejemplo, por qué los compañeros apristas citan a Haya de la Torre en sus debates para invocar autoridad, reforzar la ideología partidaria y para traer al presente el líder que, de ser este otro partido político, no tendría la capacidad de estar presente en las conversaciones de sus militantes. Moisés explora ese trasfondo y  es el mayor aporte del texto.

Debo mencionar que, como asiduo lector, sólo he encontrado un  autor que ha sido capaz de ver como dos agentes separados a los sujetos de los objetos que le dan sentido. Orham Pamuk, en su libro The Museum of Inocense logra  reconstruir de forma independiente pero coordinada la historia de amor prohibido de dos jóvenes en Istambul de los 70[2]. En la vida del personaje que Pamuk describe –Kemal– él demuestra que todos nos enamoramos, de una u otra manera, de personas, de objetos, de sueños cuyo significado simbólico guarda una parte de nosotros. Pero esta forma de acumular objetos (o deshacernos de ellos) y observar su utilidad, varía entre individuos –y también entre grupos sociales. En otras palabras, Pamuk explora cómo los objetos que nos rodean nos constituyen, reflejan nuestra personalidad y hábitus. Los objetos nos pueden transportar a ciertas épocas y circunscribirnos en aspectos de nuestra vida: existen objetos para amar, para odiar y para existir.

No en el amor, pero sí en la política, Moisés efectivamente grafica la relación del APRA con la casa del pueblo, el pañuelo, el baile, y el “líder como nosotros”. Lo que Moisés ha logrado al descifrar le APRA es lo que Pamuk ha hecho al contar la historia de Kemal. Pero, a pesar de ello, como toda empresa intelectual, Moisés encuentra sus límites no en la etnografía, pero sí en el puente que nos permite vincular la teoría, con la que partimos una investigación, y su adecuada interpretación. El marco teórico desarrollado por Moisés es copioso, interesante, pero este falla en encontrar una relación directa con la evidencia etnográfica del texto. Esta vinculación entre evidencia y conceptos es deducible de la lectura completa del documento, pero no es de ninguna forma reflejada como la intención primaria del autor; si es, efectivamente, existe tal intención.

Si el objetivo del marco teórico provisto por Moisés es validar, como naturalmente lo es para cualquier científico social,  el entramado teórico del texto y sus conexiones con la evidencia etnográfica, el texto falla en este objetivo. Es muy difícil encontrar –con base a una simple lectura– las conexiones entre la evidencia etnográfica y la teoría. Y precisamente, esto transmite al lector la sensación de que estamos frente a dos textos. Por un lado, un texto teórico, sistemático, un ejercicio ensayístico que culmina con un marco conceptual rico y descriptivo; mientras que, por otro lado, estamos frente a un ejercicio etnográfico  ambicioso e interpretativo.

Un segundo punto de mi crítica se concentra en la dificultad que enfrenta el autor para interpretar y vincular objetos con rituales institucionalizados con significado político. No es claro cómo los militantes, que Moisés describe, en su interacción diaria con el partido, y que participan en partidas de futbol, atienden servicios dentales y oratoria en la Casa del Pueblo, ayudan a estructurar rituales que desemboquen en rutinas de fortalecimiento partidario. Este es un punto especialmente endeble del libro: es posible que la asignación de los significados a los objetos que rodean al APRA sea arbitraria. En otras palabras, Moisés puede haber fácilmente confundido las intenciones de los militantes con  su particular declarada no-objetividad ¿Hasta dónde es posible delimitar que no son las percepciones del autor  que lo llevaron a otorgar el significante al significado de los objetos que buscan, y que, conscientemente validó desde su posición en el partido”?

Estas son algunas de las preguntas que me genera el texto y que a pesar del lenguaje nutrido de símiles, metáforas y figuras literarias, aún resultan –en mi percepción– un punto importante de trabajo para una segunda edición.

Sin embargo, a pesar de estas limitaciones, el texto funciona, cumple su cometido y se diferencia de los estudios sobre el poder “desde el escritorio”. Ahí donde los opinólogos de diarios nacionales nos dicen lo que sucede sobre los partidos políticos desde la comodidad de un escritorio, Moisés ensaya una forma más cercana de entender a los partidos como rutinas que se articulan con objetos que flotan en el espacio y que eventualmente coinciden en un porcentaje de votación significativo: un ritual institucionalizado al que los politólogos eventualmente –y, de forma más frecuente–  opinólogos entusiastas llamamos partidos políticos.

 

[1] Akrich, M., & Latour, B. (1992). A summary of a convenient vocabulary for the semiotics of human and nonhuman assemblies.

[2] https://www.theguardian.com/books/2010/jan/10/museum-innocence-orhan-pamuk